Comprar un portátil compatible con Windows 11 no significa que tengas que vaciar la hucha. El truco está en saber qué características son importantes para el día a día y qué extras te puedes saltar. Los modelos económicos actuales ofrecen un rendimiento sólido para trabajar, ver streaming y realizar tareas creativas ligeras, cumpliendo de sobra con los requisitos básicos de Microsoft para Windows 11.
Si tienes pensado configurar un equipo nuevo desde cero, ayuda mucho tener el tema de la activación resuelto. Comprar una licencia Windows 11 antes de empezar hace que la configuración sea mucho más directa y te evita estar buscando claves de producto a última hora.
Qué priorizar con un presupuesto ajustado
Windows 11 requiere un procesador de 64 bits, un mínimo de 4 GB de RAM y 64 GB de almacenamiento, además de firmware UEFI con Secure Boot y TPM 2.0. Pero seamos claros; para un uso fluido en el día a día, lo recomendable es superar esos mínimos.
Especificaciones prácticas a elegir
- CPU: los chips Intel Core i3/i5 o AMD Ryzen 3/5 ofrecen un rendimiento equilibrado para la mayoría de tareas.
- RAM: 8 GB es la memoria ideal para multitarea. Invierte en 16 GB si eres de los que tienen mil pestañas del navegador abiertas o haces edición de vídeo ligera.
- Almacenamiento: un SSD NVMe (de 256 GB para arriba) marca una diferencia abismal en los tiempos de arranque y carga de aplicaciones comparado con un disco duro clásico.
- Pantalla: un panel 1080p es el estándar y se ve nítido en los tamaños típicos de portátil.
- Batería: busca más de 7 horas de uso real si planeas trabajar lejos de un enchufe.
Los extras como el teclado retroiluminado o una pantalla de alta frecuencia son chulos, pero no indispensables. Prioriza CPU, RAM y SSD.
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